En el momento de plantearnos cualquier cambio en la organización con relación a la introducción de medios y tecnologías para sustituir la presencialidad en parte de sus procesos y servicios, especialmente de los educativos, los de apoyo y acompañamiento, se requiere disponer de una visión general de lo que implica trabajar de manera no presencial, es decir, a distancia, conociendo las potencialidades, las limitaciones y los requerimientos. Para hacerlo, empezaremos hablando del propio concepto de distancia.

La distancia, en este contexto, viene dada principalmente por la diferencia de espacio o de tiempo entre las personas implicadas en cualquier acción que requiera procesos comunicativos. En este caso, ya sea en las tareas habituales entre los trabajadores de la propia organización o con otras entidades, como en lo que respecta a la propia dinamización y gestión de cualquier acción social, educativa o de acompañamiento de la organización que hasta el momento se hacía de manera presencial (formaciones de inserción laboral, ayuda para hacer las tareas escolares, acompañamiento a familias en situación de riesgo, etc.). Esto implica todo el personal que está involucrado: educadores, tutores, mentores, formadores, voluntarios, monitores, etc., así como los propios destinatarios de la acción (personas y colectivos a quienes se ofrece el servicio).

En un ámbito más complejo, esta distancia también puede ser intelectual (de conocimientos), sociocultural o de acceso a los propios medios.

Así, los medios y la tecnología serían nexos para poner en contacto las partes implicadas que se encuentren en espacios o tiempos diferentes, para permitir la comunicación y la interacción y posibilitar así la acción.

Pero en su uso y su aplicación también se tienen que tener en cuenta las otras distancias mencionadas, para acercarlas y no para fomentarlas.

La distancia en el ámbito educativo

La educación a distancia ha ido evolucionando a lo largo del tiempo gracias también a la propia evolución tecnológica y de las comunicaciones: desde el aprendizaje por correspondencia con apoyo telefónico, hasta la era de internet y la evolución de la web 2.0, que permite mucha más interactividad y multitud de formatos y herramientas para comunicarnos, interactuar y compartir contenidos.

En este sentido, podemos hablar del concepto de aprendizaje en línea. Sangrà [et al.] (2011) lo definen como: «una modalidad de enseñanza y aprendizaje que puede representar todo el modelo educativo o una parte, en el cual se aplica, que explota medios y dispositivos electrónicos, para mejorar el acceso, la evolución y la mejora de la calidad de la educación y de la formación».

En cuanto a las modalidades en relación con el aprendizaje en línea en concreto, podemos encontrar la semipresencial o aprendizaje mixto, donde se combinan momentos de coincidencia en el espacio y el tiempo (presencial), con la virtualidad, ya sea con asincronía, que implica diferente espacio y tiempo, o también en combinación con momentos sincrónicos, sin coincidencia en el espacio, pero sí en el tiempo.

La otra modalidad puede ser totalmente virtual o en línea (diferente espacio siempre), que se puede combinar también en el tiempo (momentos sincrónicos y asincrónicos).

Como se aprecia, en relación con estas diferencias entre tiempos y espacio entre las personas que participan del proceso y que determinan esta distancia, tenemos dos conceptos clave que hay que tener en cuenta, especialmente por la manera como afectan la comunicación:

  • La sincronía: en la virtualidad, se trataría de la comunicación simultánea, donde se comparte el mismo tiempo, pero desde espacios diferentes.
    Si se habla de presencialidad, la sincronía implica compartir el mismo espacio y el mismo tiempo.
  • La asincronía: en la virtualidad, la comunicación se realiza en diferido, y los participantes se encuentran en espacios y tiempos diferentes.
    En referencia a la presencialidad, se podría dar en el mismo espacio, pero en tiempos diferentes, donde los participantes pueden elegir qué día y qué hora quieren ir al espacio de aprendizaje.

Figura 1. Cuadrantes de Coldeway
Fuente: adaptació de Wikimedia.

En este sentido, la tradición educativa y de intervención social ha sido principalmente presencial y sincrónica (mismo tiempo, mismo espacio), y la mayoría a veces, cuando se piensan acciones educativas o de intervención y acompañamiento a distancia, donde interviene la tecnología, hay una tendencia a emular lo que se hace presencialmente en los entornos virtuales. Esto puede provocar que, en muchas ocasiones, no se aprovechen las potencialidades de los medios desde un punto de vista metodológico a la hora de plantear estas acciones, que inicialmente se entiende que fueron pensadas y diseñadas para hacerse presencialmente, y que se caiga en errores como la sobrecarga de información o un exceso de sincronía, hecho que puede afectar, por ejemplo, la flexibilidad y la adaptación que precisamente posibilita la asincronía.

Entonces, ¿sincronía o asincronía?

En el momento en que nos tenemos que replantear cualquier acción de las que lleva a cabo la organización, habría que considerar, además de la importancia capital del contexto, qué posibilidades y limitaciones implican la sincronía y la asincronía.

Partiendo de este hecho, y dependiendo del tipo de acción, conocer estas implicaciones nos puede ayudar en el diseño, es decir, a la hora de elegir o combinar los medios y las herramientas, así como las metodologías y la dinamización más adecuadas en función de los destinatarios y objetivos de la acción, atendiendo también las posibilidades que tengamos al alcance.

Para poderlo hacer, a continuación, os exponemos un cuadro comparativo con algunos de las principales ventajas y de las limitaciones respecto a la sincronía y la asincronía, puesto que os puede ser útil a la hora de plantear el diseño adaptativo en cuanto a la elección de medios y, en consecuencia, de las metodologías más adecuadas en función de la acción:

Ventajas Limitaciones Ejemplos medianos
 Sincronía

 

 

  • Más próxima a la presencialidad.
  • Es instantánea y dinámica.
  • Genera más sensación de proximidad.
  • Independientemente del lugar donde se encuentren los participantes, siempre que dispongan de conexión suficiente.
  • En el caso de emprar la videoconferencia, posibilita observar una parte del lenguaje no verbal (expresiones faciales, entorno, etc.).
  • Permite el registro o la grabación y posterior recuperación de las conversaciones o sesiones.
  • Menos en el caso de las llamadas telefónicas, permite el envío de archivos de cualquier tipo (a pesar de que se tiene que tener en cuenta el tamaño) y la combinación de lenguajes (sonoro-oral, escrito, visual, audiovisual).
  • El tipo de comunicación que se genera está más cerca de la oralidad. De hecho, las herramientas también están pensadas basándose más en la oralidad y en la inmediatez, a pesar de que se puedan enviar mensajes escritos (como en el caso de los chats).
  • Permite desarrollar competencias comunicativas, especialmente en directo.
  • Se utiliza más en el ámbito informal.
  • Requiere respuestas inmediatas, por lo tanto, limita la reflexión, y hay más posibilidades de cometer errores en las comunicaciones.
  • Presenta limitaciones para organizar el contenido que se genera (p. ej., los hilos de WhatsApp o de Telegram).
  • En el caso de la videoconferencia, requiere muchos datos y una buena conexión.
  • Dificultades para moderar, especialmente si hay muchas personas conectadas a la vez.
  • Necesita que los participantes estén conectados en ese mismo momento (coincidencia en el tiempo). Esto le resta flexibilidad.
  • Requiere unos mínimos conocimientos en TIC (menos en el caso del teléfono convencional).
  • Teléfono convencional: llamada.
  • Con conexión a internet: teléfonos inteligentes, tabletas u ordenadores, a través de:
    • Chats.
    • Mensajería instantánea. (Telegram, WhatsApp, Signal, etc.).
    • Videoconferencias (Jitsi, Meet, Skype, Zoom, etc.).
 

 

 

Asincronía

  • Fomenta la capacidad de reflexión y las respuestas meditadas, con más posibilidad de corregir posibles errores antes del envío o la compartición de mensajes.
  • Permite desarrollar competencias de lectoescritura, así como la capacidad de síntesis y de organización del discurso.
  • No necesita que las personas estén conectadas en el mismo momento. Por lo tanto, posibilita la flexibilidad, la autonomía y más capacidad para gestionar el tiempo.
  • No necesita disponer de gran cantidad de datos.
  • En el supuesto de que los participantes no dispongan de dispositivos electrónicos como teléfonos inteligentes, ordenadores o tabletas, hay otras posibilidades como el correo postal, la televisión, la radio, los podcasts, etc.
  • Posibilita organizar la información que se genere en carpetas o hilos de conversación, hecho que facilita y agiliza la recuperación.
  • Permite el envío de archivos de cualquier tipo, a pesar de que siempre se tiene que tener en cuenta el tamaño.
  • Posibilita la combinación de varios lenguajes y formatos (sonoro-oral, escrito, visual, audiovisual). Por lo tanto, puede posibilitar el trabajo transversal de competencias comunicativas en diferentes lenguajes, y más libertad de expresión.
  • El tipo de comunicación que se genera está más próximo a la escritura.
  • Se utiliza más en el ámbito formal.
  • No es dinámica ni instantánea. Por lo tanto, requiere prestar especial atención a las estrategias de dinamización y de comunicación para trabajar la presencia, la proximidad, la atención y la motivación.
  • Requiere constancia, esfuerzo e interés por parte del beneficiario.
  • La persona que conduce la acción no puede observar la comunicación no verbal de los destinatarios.
  • Menos en el caso del correo postal, requiere unos mínimos conocimientos en TIC.
  • Correo postal.
  • Televisión.
  • Radio.
  • Con conexión a internet: teléfonos inteligentes, tabletas u ordenadores, a través de:
    • correo electrónico y listas de correo,
    • foros virtuales,
    • redes sociales,
    • blogs,
    • herramientas de trabajo colaborativo (editores de texto colaborativos, wikis, etc.).

También hay que destacar al respecto que las herramientas y los medios se crean inicialmente con unas funcionalidades para facilitar un tipo de comunicación u otra, pero hay que tener en cuenta que hay determinadas herramientas que, a pesar de considerarse sincrónicas, también permiten la comunicación asíncrona, es decir, se puede recibir un mensaje por la vía de la mensajería instantánea y no estar conectado en aquel preciso momento en el que se recibe. O bien decidir que se contestará el mensaje cuando la persona lo considere adecuado. Estas herramientas incluso permiten la creación de canales (como el caso de Telegram), para comunicarse y compartir entre una o muchas personas, con la posibilidad o no de interactuar.

Aun así, determinadas herramientas, consideradas asíncronas, también pueden acontecer síncronas, por ejemplo, recibir un correo electrónico, y responderlo en el momento, y tener una conversación instantánea, porque las dos personas están conectadas en aquel mismo momento y deciden hacerlo así.

Los medios y sus posibilidades

En el cuadro anterior, además de contrastar estos dos tipos de comunicaciones en relación con la distancia espacial o temporal, también hemos podido divisar algunas tecnologías y algunos medios asociados, así como las metodologías y competencias que permiten desarrollar.

En el cuadro se mencionan algunos medios tradicionales que, dependiendo del contexto, os pueden resultar también útiles, como el teléfono o el correo postal.

A pesar de que está claro que internet, la expansión de la web 2.0 y la mejora de la conectividad proporcionan un buen abanico de posibilidades, no todo el mundo tiene acceso, o tiene un acceso limitado. Por eso sería importante considerar las diferentes opciones, conocer los atributos de cada medio disponible y las posibilidades de combinación a la hora de elegir esta adaptación.

A partir de aquí, se puede desarrollar la estrategia y la metodología más adecuada para virtualizar la actividad en función de las personas y los colectivos, las potencialidades de los medios y el tipo de comunicación que se requiera.

A continuación, se proponen algunas ventajas e inconvenientes generales en cuanto al uso de internet en el campo de la intervención social o comunitaria, tal y como los plantean Arriazu y Fernández-Pacheco (2013):

Ventajas Inconvenientes
Flexibilidad, accesibilidad y fluidez en la relación entre el profesional/voluntario y el usuario. Problemas de acceso y de cobertura técnica por parte del profesional/voluntario o usuario.
Facilidad en el registro y la sistematización de la información recogida a lo largo de todo el proceso de intervención. Dificultad para establecer condiciones de empatía con el usuario que permitan profundizar en los problemas latentes.
Permite articular un modelo de intervención claro y reflexivo, donde el profesional y el usuario cuenten con un margen temporal más amplio para la explicación del problema y su diagnóstico posterior. Pérdida de la comunicación no verbal que puede dificultar la comprensión global de los problemas del usuario.
Puede favorecer el anonimato y la confidencialidad del usuario a través de internet. Necesidad de conocer la normativa legal y jurídica del contexto del usuario si la intervención social se realiza en contextos geográficos diferentes.
Hacia las últimas fases de una intervención, se puede utilizar como vía para deshabituar la relación del usuario con el profesional en la búsqueda de la autonomía integral de la persona. Puede requerir la necesidad de formación del profesional/voluntario en el uso de este tipo de herramientas.
Se consigue un análisis verbal más exhaustivo, muy valorado en diferentes modelos y enfoques de la intervención social.
Para personas con problemas auditivos o lingüísticos, que quizás encuentran en la escritura un medio más eficaz para comunicarse (ya sea a través de internet u otros medios).

Fuente: Arriazu y Fernández-Pacheco (2013). «Internet en el ámbito del Trabajo Social: formas emergentes de participación e intervención socio-comunitaria».

Como se observa en este cuadro, el hecho que en la intervención los mentores y los destinatarios estén en tiempos o espacios diferentes es precisamente lo que puede estimular estas mejoras, así como el trabajo de determinadas competencias.

Posibilidades metodológicas en la distancia: limitaciones y potencialidades

Para explorar estas posibilidades, os proponemos una situación inicial a modo de ejemplo para estimular la reflexión:

Cuando asistimos como destinatarios a una sesión presencial (sea del tipo que sea), normalmente estamos sujetos a una serie de condicionantes que limitan la flexibilidad y la adaptabilidad. Como mínimo, podemos observar estos:

  • Adaptarnos al día y la hora que nos propongan.
  • Desplazarnos hasta el lugar.
  • Estar en condiciones óptimas y adecuadas para poder asistir y sacar provecho de la sesión el día y la hora propuestos.

A todo esto, a pesar de que dependerá del carácter de la acción y de cómo el dinamizador o formador conduzca la sesión presencial, tenemos que añadir el tipo de metodología que se utilizará: puede ser que las sesiones sean de carácter más bien expositivo y que, como asistente, nos dediquemos más a escuchar o a tomar apuntes, y no tanto a hacer, con poca participación por parte de los destinatarios. Hay que tener en cuenta que las formaciones presenciales, en la mayoría de casos, son de este tipo, a causa, entre otros aspectos, de las propias limitaciones del tiempo en el cual se concentran las sesiones.

En este sentido, normalmente hay una persona o unas personas que conducen la sesión de manera más bien expositiva. Esto hace que este tipo de experiencias estén más centradas en quienes las conduce y no tanto en quien asiste, y este es el modelo en el cual se ha basado tradicionalmente la educación y la formación.

En cambio, cuando somos destinatarios de formaciones o experiencias a distancia, esto cambia sustancialmente:

  • No hay que adaptarse a una hora y un día que nos propongan, sino que se podrá elegir cuándo conectarse.
  • No hará falta ningún desplazamiento.
  • El destinatario decide cuándo puede o quiere sacar provecho óptimo del tiempo que invierte en la actividad.

Por lo tanto, más flexibilidad y autonomía.

Por la otra, también tendrá que interactuar con el formador o incluso con otros compañeros (dependiendo del tipo de acción), para que sea posible el proceso. Y para poderlo hacer de manera óptima, el destinatario se tendrá que organizar el tiempo y acostumbrarse a una nueva manera de aprender. Se necesita pues un importante grado de autoregulación y de responsabilidad por parte del destinatario, del que quizás todavía no dispone. Por eso la clave está en el acompañamiento y la orientación de la persona que lidere el proceso (mentor, educador, formador, etc.) para conseguirlo. Teniendo en cuenta lo que se comentaba anteriormente respecto al hecho que la tradición educativa no ha sido esta, se necesita siempre un tiempo de aprendizaje y habituación a estas modalidades, para aprender a sacar provecho de estos entornos. Por lo tanto, este es un punto importante que hay que tener en cuenta en el rediseño, en las metodologías y en la dinamización de la acción.

Al mismo tiempo, el formador, dinamizador o mentor también tendrá que cambiar su rol, puesto que dejará de tener todo el protagonismo, y pasará de ser transmisor a ser facilitador o mediador en este proceso. Por lo tanto, lo tendrá que preparar de otro modo, teniendo en cuenta todos estos condicionantes.

Con todo esto podemos decir que la distancia requiere un esfuerzo y una manera diferente de hacer las cosas, a la vez que también brinda la oportunidad de aprender y participar en estos entornos, y así se puede potenciar más la participación, la interacción, la acción y la reflexión.

Desde el punto de vista genérico, a continuación os proponemos el cuadro siguiente con las características principales de las modalidades presenciales y a distancia principalmente asíncronas, para posibilitar la exploración de las ventajas y de las limitaciones en el planteamiento de metodologías:

 Modelo presencial tradicional

 

 

 

 

Perfil destinatario Herramientas y recursos Rol formador, dinamizador, mentor, etc.
  • Más bien receptivo o pasivo, puesto que el formador o dinamizador acostumbra a ser la fuente principal de información, basándose en sesiones de aspecto más bien expositivo (a pesar de que dependerá de la estrategia pedagógica).
  • Tendencia a los materiales imprimidos como fotocopias, libros, apuntes, etc., a pesar de que hoy en día también se pueden facilitar enlaces o recursos electrónicos como webs o vídeos que se puedan encontrar en la red como refuerzo.
  • Acostumbra a estar en el centro del proceso, y es la fuente principal de información, que tiende a la sesión expositiva y a la transmisión.
  • No necesita disponer de conexión a internet ni de conocimientos tecnológicos para poder seguir (a pesar de que este aspecto cada vez va desapareciendo, porque las competencias TIC empiezan a ser cada vez más indispensables en la sociedad digital actual).
  • Normalmente, son herramientas y recursos con una interactividad nula o muy baja, puesto que normalmente se utilizan para exponer.
    Las presentaciones o los vídeos acostumbran a ser recursos habituales para exponer los temas como hilo conductor, o para reforzar determinados aspectos.
  • No necesita disponer de conocimientos tecnológicos (a pesar de que este aspecto cada vez va desapareciendo, porque las competencias TIC son cada vez más indispensables en la sociedad digital actual).
  • Menos flexible y adaptable: necesita disponer de tiempo específico para poderse desplazar y asistir a las sesiones, y que este coincida con el que propone la institución.
  • Como se lleva a cabo en espacios físicos, en principio no se necesitan herramientas de comunicación específicas para comunicarse con el dinamizador o entre los estudiantes, con tendencia a la comunicación oral, a pesar de que puede requerir tecnologías adicionales como proyectores, pantallas, etc.

 

  • Se basa más en la oralidad. Por lo tanto, dependiendo de estas dotes comunicativas, podrá transmitir o motivar con más o menos habilidad.
Modelo no presencial asíncrono
  • Activo y autónomo, de forma que es quien gestiona su propio proceso. Esto implica responsabilidad y compromiso con su proceso, lo sitúa en el centro, y requiere capacidad de organización y de planificación.
  • Normalmente, libros, documentos electrónicos, materiales y recursos en varios tipos de formatos o en combinación. Necesitan un grado de interactividad que permita a los participantes trabajar e interactuar con estos recursos.
  • Su rol cambia más hacia la figura de facilitador, entrenador, intermediario o guía.
  • Tiende a construir conocimiento, puesto que no acostumbra a haber una persona impartiendo la sesión, hecho que requerirá explorar fuentes diferentes de información o interactuar con el dinamizador o con otros compañeros para hacerlo.
  • Se acostumbra a desarrollar desde un lugar virtual, no físico, y requiere utilizar varias herramientas para facilitar la interacción y la comunicación.
  • Ayuda y guía en el proceso del destinatario. Por lo tanto, resuelve dudas, orienta o asesora. Tendría que evitar el abandono, teniendo en cuenta que el destinatario en línea, a pesar de que puede interactuar con él o con otros compañeros, hacer actividades colaborativas etc. está solo, a diferencia de un entorno presencial, donde hay un grupo coincidente en el tiempo y el espacio.
  • Necesitaría disponer de unos conocimientos mínimos tecnológicos, y también tener algún dispositivo electrónico con conexión a internet (teléfono inteligente, tableta u ordenador).
  • Si los materiales están en CC, se permite la reutilización o adecuación, sin necesidad de hacerlos de nuevo, y se facilita la actualización regular.
  • Necesita disponer de conocimientos tecnológicos y conocer y entender las especificidades de los medios y de las herramientas que utiliza para construir o desarrollar el proceso.
  • Acostumbra a ser una persona adulta, que puede tener otras responsabilidades (trabajo, familia, etc.) y que necesita flexibilidad para poder gestionar su tiempo.
  • En la red se pueden encontrar infinidad de recursos diferentes.
  • Para poder dinamizar y moderar las interacciones y la comunicación dentro de un entorno virtual, necesita disponer de habilidades comunicativas en lenguajes diferentes y en entornos conectados.

Teniendo en cuenta estas características, las metodologías en acciones no presenciales se recomienda que sean:

  • Activas y prácticas: el destinatario necesita hacer. Por lo tanto, es importante poner las actividades en el centro del proceso, de forma que se posibilite a los destinatarios experimentar y reflexionar con aquello que se les proponga de manera motivadora, es decir, que pueda despertar su interés. Por eso, hará falta también hacer un diseño adecuado de los recursos y materiales.
  • Colaborativas e interactivas: la persona conectada (destinataria) está sola, en el sentido que está alejada físicamente y temporalmente del formador-dinamizador u otros compañeros en el proceso. Por eso, para paliar esta distancia, la interactividad, la participación y la colaboración, tanto entre el formador-dinamizador como con otros compañeros y con los mismos recursos que se proporcionen, pueden contribuir a fomentar la implicación y el compromiso de los destinatarios en esta distancia, así como el sentimiento de pertenencia y la construcción social del conocimiento.
  • Transversales: que permitan el trabajo de otras competencias transversales para contribuir al desarrollo integral de la persona, como las digitales, las comunicativas, las lectoescritoras, las mediáticas, como la busca y selección de información, etc.

Aun así, es importante que el formador o dinamizador mantenga la presencia de manera regular, de tal forma que el destinatario se sienta acompañado, a pesar de la distancia. Si esto no se hace, se corre el riesgo que el destinatario abandone.

En la ficha «¿Cómo virtualizar actividades?» y en la guía «Dinamización virtual» encontraréis información y orientaciones para hacerlo.