En el momento de plantearnos cualquier cambio en la organización con relación a la introducción de medios y tecnologías para sustituir la presencialidad en parte de sus procesos y servicios, especialmente de los educativos, los de apoyo y acompañamiento, se requiere disponer de una visión general de lo que implica trabajar de manera no presencial, es decir, a distancia, conociendo las potencialidades, las limitaciones y los requerimientos. Para hacerlo, empezaremos hablando del propio concepto de distancia.
La distancia, en este contexto, viene dada principalmente por la diferencia de espacio o de tiempo entre las personas implicadas en cualquier acción que requiera procesos comunicativos. En este caso, ya sea en las tareas habituales entre los trabajadores de la propia organización o con otras entidades, como en lo que respecta a la propia dinamización y gestión de cualquier acción social, educativa o de acompañamiento de la organización que hasta el momento se hacía de manera presencial (formaciones de inserción laboral, ayuda para hacer las tareas escolares, acompañamiento a familias en situación de riesgo, etc.). Esto implica todo el personal que está involucrado: educadores, tutores, mentores, formadores, voluntarios, monitores, etc., así como los propios destinatarios de la acción (personas y colectivos a quienes se ofrece el servicio).
En un ámbito más complejo, esta distancia también puede ser intelectual (de conocimientos), sociocultural o de acceso a los propios medios.
Así, los medios y la tecnología serían nexos para poner en contacto las partes implicadas que se encuentren en espacios o tiempos diferentes, para permitir la comunicación y la interacción y posibilitar así la acción.
Pero en su uso y su aplicación también se tienen que tener en cuenta las otras distancias mencionadas, para acercarlas y no para fomentarlas.
Por lo tanto, para llevar a cabo cualquier acción a distancia se requiere:
- Que todas las partes implicadas puedan tener acceso al medio que las pondrá en contacto y puedan conocer, de manera básica, el funcionamiento que permitirá la comunicación y la interacción para hacer posible la acción.
- Que las personas responsables de la acción conozcan las potencialidades que les puede brindar esta distancia y que esta acontezca una oportunidad. Es decir, la idea es aprovechar lo que se puede generar en estos espacios no presenciales para poder mejorar lo que se hace, repensarlo y transformarlo, y no pensarlo tanto desde un punto de vista de «sustitución». Por ejemplo, esta distancia puede dar la posibilidad de poder trabajar transversalmente otras competencias como la comunicativa o la digital y mejorar las propias prácticas.
- Acompañar y orientar en este proceso de cambio.
La distancia en el ámbito educativo
La educación a distancia ha ido evolucionando a lo largo del tiempo gracias también a la propia evolución tecnológica y de las comunicaciones: desde el aprendizaje por correspondencia con apoyo telefónico, hasta la era de internet y la evolución de la web 2.0, que permite mucha más interactividad y multitud de formatos y herramientas para comunicarnos, interactuar y compartir contenidos.
En este sentido, podemos hablar del concepto de aprendizaje en línea. Sangrà [et al.] (2011) lo definen como: «una modalidad de enseñanza y aprendizaje que puede representar todo el modelo educativo o una parte, en el cual se aplica, que explota medios y dispositivos electrónicos, para mejorar el acceso, la evolución y la mejora de la calidad de la educación y de la formación».
En cuanto a las modalidades en relación con el aprendizaje en línea en concreto, podemos encontrar la semipresencial o aprendizaje mixto, donde se combinan momentos de coincidencia en el espacio y el tiempo (presencial), con la virtualidad, ya sea con asincronía, que implica diferente espacio y tiempo, o también en combinación con momentos sincrónicos, sin coincidencia en el espacio, pero sí en el tiempo.
La otra modalidad puede ser totalmente virtual o en línea (diferente espacio siempre), que se puede combinar también en el tiempo (momentos sincrónicos y asincrónicos).
En el enlace siguiente, podéis encontrar diferentes ejemplos y casos prácticos sobre la docencia no presencial.
Como se aprecia, en relación con estas diferencias entre tiempos y espacio entre las personas que participan del proceso y que determinan esta distancia, tenemos dos conceptos clave que hay que tener en cuenta, especialmente por la manera como afectan la comunicación:
- La sincronía: en la virtualidad, se trataría de la comunicación simultánea, donde se comparte el mismo tiempo, pero desde espacios diferentes.
Si se habla de presencialidad, la sincronía implica compartir el mismo espacio y el mismo tiempo. - La asincronía: en la virtualidad, la comunicación se realiza en diferido, y los participantes se encuentran en espacios y tiempos diferentes.
En referencia a la presencialidad, se podría dar en el mismo espacio, pero en tiempos diferentes, donde los participantes pueden elegir qué día y qué hora quieren ir al espacio de aprendizaje.

Figura 1. Cuadrantes de Coldeway
Fuente: adaptació de Wikimedia.
En este sentido, la tradición educativa y de intervención social ha sido principalmente presencial y sincrónica (mismo tiempo, mismo espacio), y la mayoría a veces, cuando se piensan acciones educativas o de intervención y acompañamiento a distancia, donde interviene la tecnología, hay una tendencia a emular lo que se hace presencialmente en los entornos virtuales. Esto puede provocar que, en muchas ocasiones, no se aprovechen las potencialidades de los medios desde un punto de vista metodológico a la hora de plantear estas acciones, que inicialmente se entiende que fueron pensadas y diseñadas para hacerse presencialmente, y que se caiga en errores como la sobrecarga de información o un exceso de sincronía, hecho que puede afectar, por ejemplo, la flexibilidad y la adaptación que precisamente posibilita la asincronía.
Entonces, ¿sincronía o asincronía?
En el momento en que nos tenemos que replantear cualquier acción de las que lleva a cabo la organización, habría que considerar, además de la importancia capital del contexto, qué posibilidades y limitaciones implican la sincronía y la asincronía.
Partiendo de este hecho, y dependiendo del tipo de acción, conocer estas implicaciones nos puede ayudar en el diseño, es decir, a la hora de elegir o combinar los medios y las herramientas, así como las metodologías y la dinamización más adecuadas en función de los destinatarios y objetivos de la acción, atendiendo también las posibilidades que tengamos al alcance.
Para poderlo hacer, a continuación, os exponemos un cuadro comparativo con algunos de las principales ventajas y de las limitaciones respecto a la sincronía y la asincronía, puesto que os puede ser útil a la hora de plantear el diseño adaptativo en cuanto a la elección de medios y, en consecuencia, de las metodologías más adecuadas en función de la acción:
Ventajas | Limitaciones | Ejemplos medianos | |
Sincronía
|
|
|
|
Asincronía |
|
|
|
Se acostumbra a considerar más adecuado poder combinar tanto la sincronía como la asincronía, aprovechando las potencialidades de cada una, dependiendo de los objetivos de la acción, de los destinatarios y de las posibilidades de las partes implicadas.
También hay que destacar al respecto que las herramientas y los medios se crean inicialmente con unas funcionalidades para facilitar un tipo de comunicación u otra, pero hay que tener en cuenta que hay determinadas herramientas que, a pesar de considerarse sincrónicas, también permiten la comunicación asíncrona, es decir, se puede recibir un mensaje por la vía de la mensajería instantánea y no estar conectado en aquel preciso momento en el que se recibe. O bien decidir que se contestará el mensaje cuando la persona lo considere adecuado. Estas herramientas incluso permiten la creación de canales (como el caso de Telegram), para comunicarse y compartir entre una o muchas personas, con la posibilidad o no de interactuar.
Aun así, determinadas herramientas, consideradas asíncronas, también pueden acontecer síncronas, por ejemplo, recibir un correo electrónico, y responderlo en el momento, y tener una conversación instantánea, porque las dos personas están conectadas en aquel mismo momento y deciden hacerlo así.
Los medios y sus posibilidades
En el cuadro anterior, además de contrastar estos dos tipos de comunicaciones en relación con la distancia espacial o temporal, también hemos podido divisar algunas tecnologías y algunos medios asociados, así como las metodologías y competencias que permiten desarrollar.
En el cuadro se mencionan algunos medios tradicionales que, dependiendo del contexto, os pueden resultar también útiles, como el teléfono o el correo postal.
Por ejemplo, durante el confinamiento, en las escuelas de algunas áreas rurales de España donde no llega internet, o bien la conexión era muy deficiente, se optó por el envío de recursos impresos a los estudiantes, con apoyo telefónico. Este sería un ejemplo de cómo los medios elegidos, a pesar de que pueda parecer extraño atendiendo a las diferentes herramientas y los medios tecnológicos disponibles hoy en día, son los que mejor se adaptaban al contexto y a la realidad donde se estaba dando el servicio.
A pesar de que está claro que internet, la expansión de la web 2.0 y la mejora de la conectividad proporcionan un buen abanico de posibilidades, no todo el mundo tiene acceso, o tiene un acceso limitado. Por eso sería importante considerar las diferentes opciones, conocer los atributos de cada medio disponible y las posibilidades de combinación a la hora de elegir esta adaptación.
A partir de aquí, se puede desarrollar la estrategia y la metodología más adecuada para virtualizar la actividad en función de las personas y los colectivos, las potencialidades de los medios y el tipo de comunicación que se requiera.
A continuación, se proponen algunas ventajas e inconvenientes generales en cuanto al uso de internet en el campo de la intervención social o comunitaria, tal y como los plantean Arriazu y Fernández-Pacheco (2013):
Ventajas | Inconvenientes |
Flexibilidad, accesibilidad y fluidez en la relación entre el profesional/voluntario y el usuario. | Problemas de acceso y de cobertura técnica por parte del profesional/voluntario o usuario. |
Facilidad en el registro y la sistematización de la información recogida a lo largo de todo el proceso de intervención. | Dificultad para establecer condiciones de empatía con el usuario que permitan profundizar en los problemas latentes. |
Permite articular un modelo de intervención claro y reflexivo, donde el profesional y el usuario cuenten con un margen temporal más amplio para la explicación del problema y su diagnóstico posterior. | Pérdida de la comunicación no verbal que puede dificultar la comprensión global de los problemas del usuario. |
Puede favorecer el anonimato y la confidencialidad del usuario a través de internet. | Necesidad de conocer la normativa legal y jurídica del contexto del usuario si la intervención social se realiza en contextos geográficos diferentes. |
Hacia las últimas fases de una intervención, se puede utilizar como vía para deshabituar la relación del usuario con el profesional en la búsqueda de la autonomía integral de la persona. | Puede requerir la necesidad de formación del profesional/voluntario en el uso de este tipo de herramientas. |
Se consigue un análisis verbal más exhaustivo, muy valorado en diferentes modelos y enfoques de la intervención social. | |
Para personas con problemas auditivos o lingüísticos, que quizás encuentran en la escritura un medio más eficaz para comunicarse (ya sea a través de internet u otros medios). |
Como se observa en este cuadro, el hecho que en la intervención los mentores y los destinatarios estén en tiempos o espacios diferentes es precisamente lo que puede estimular estas mejoras, así como el trabajo de determinadas competencias.
Por ejemplo, en el supuesto de que hayamos de trabajar en una acción de mentoría social con destinatarios que dispongan de dispositivos móviles, pero con una conexión muy limitada o con pocas competencias TIC, comunicativas o lectoescritoras, se puede aprovechar la acción para estimular el trabajo de estas competencias de una manera transversal (el destinatario no se da cuenta de que las está trabajando), utilizando herramientas que supongan un coste bajo de datos (p. ej., herramientas de mensajería instantánea o correo electrónico, evitando, en este caso, la videoconferencia), y con las cuales las personas con quienes trabajáis estén más acostumbradas a utilizar, dando pautas y acompañándolos para hacer este uso y aprovechamiento, y contribuyendo así en el desarrollo integral de la persona. Evidentemente, para hacerlo, se necesita, por un lado, conocer qué sabe y qué uso hace habitualmente el destinatario con su dispositivo y, por la otra, que el mentor disponga de estas competencias y de estos conocimientos para poderlo hacer, y que sea capaz de hacer este acompañamiento de manera adecuada, atendiendo estas cuestiones. La clave, pues, está en este acompañamiento y esta dinamización.
Dentro del apartado de «Buenas prácticas» de este Toolkit hay ejemplos diferentes de cómo se han aplicado herramientas, medios y metodologías en varias acciones desarrolladas por entidades del tercer sector durante el confinamiento. Os recomendamos la lectura para ampliar información y ver la aplicación en casos prácticos.
Posibilidades metodológicas en la distancia: limitaciones y potencialidades
Para explorar estas posibilidades, os proponemos una situación inicial a modo de ejemplo para estimular la reflexión:
Cuando asistimos como destinatarios a una sesión presencial (sea del tipo que sea), normalmente estamos sujetos a una serie de condicionantes que limitan la flexibilidad y la adaptabilidad. Como mínimo, podemos observar estos:
- Adaptarnos al día y la hora que nos propongan.
- Desplazarnos hasta el lugar.
- Estar en condiciones óptimas y adecuadas para poder asistir y sacar provecho de la sesión el día y la hora propuestos.
A todo esto, a pesar de que dependerá del carácter de la acción y de cómo el dinamizador o formador conduzca la sesión presencial, tenemos que añadir el tipo de metodología que se utilizará: puede ser que las sesiones sean de carácter más bien expositivo y que, como asistente, nos dediquemos más a escuchar o a tomar apuntes, y no tanto a hacer, con poca participación por parte de los destinatarios. Hay que tener en cuenta que las formaciones presenciales, en la mayoría de casos, son de este tipo, a causa, entre otros aspectos, de las propias limitaciones del tiempo en el cual se concentran las sesiones.
En este sentido, normalmente hay una persona o unas personas que conducen la sesión de manera más bien expositiva. Esto hace que este tipo de experiencias estén más centradas en quienes las conduce y no tanto en quien asiste, y este es el modelo en el cual se ha basado tradicionalmente la educación y la formación.
En cambio, cuando somos destinatarios de formaciones o experiencias a distancia, esto cambia sustancialmente:
- No hay que adaptarse a una hora y un día que nos propongan, sino que se podrá elegir cuándo conectarse.
- No hará falta ningún desplazamiento.
- El destinatario decide cuándo puede o quiere sacar provecho óptimo del tiempo que invierte en la actividad.
Por lo tanto, más flexibilidad y autonomía.
Por eso, en la distancia, este proceso no estará tan centrado en la persona que conduce la sesión (formador, dinamizador o mentor), sino que recaerá principalmente en el destinatario. Esta es una cuestión capital, puesto que, en buena parte de las experiencias formativas a distancia, el esfuerzo que se requiere de los destinatarios es grande, porque no habrá nadie que les explique las cosas en el momento, sino que será necesario interactuar, por un lado, con los recursos que se les pone al alcance, por lo cual habrá que hacer un diseño utilizando los lenguajes más adecuados en función de la acción y de los destinatarios.
Por la otra, también tendrá que interactuar con el formador o incluso con otros compañeros (dependiendo del tipo de acción), para que sea posible el proceso. Y para poderlo hacer de manera óptima, el destinatario se tendrá que organizar el tiempo y acostumbrarse a una nueva manera de aprender. Se necesita pues un importante grado de autoregulación y de responsabilidad por parte del destinatario, del que quizás todavía no dispone. Por eso la clave está en el acompañamiento y la orientación de la persona que lidere el proceso (mentor, educador, formador, etc.) para conseguirlo. Teniendo en cuenta lo que se comentaba anteriormente respecto al hecho que la tradición educativa no ha sido esta, se necesita siempre un tiempo de aprendizaje y habituación a estas modalidades, para aprender a sacar provecho de estos entornos. Por lo tanto, este es un punto importante que hay que tener en cuenta en el rediseño, en las metodologías y en la dinamización de la acción.
Al mismo tiempo, el formador, dinamizador o mentor también tendrá que cambiar su rol, puesto que dejará de tener todo el protagonismo, y pasará de ser transmisor a ser facilitador o mediador en este proceso. Por lo tanto, lo tendrá que preparar de otro modo, teniendo en cuenta todos estos condicionantes.
Con todo esto podemos decir que la distancia requiere un esfuerzo y una manera diferente de hacer las cosas, a la vez que también brinda la oportunidad de aprender y participar en estos entornos, y así se puede potenciar más la participación, la interacción, la acción y la reflexión.
Desde el punto de vista genérico, a continuación os proponemos el cuadro siguiente con las características principales de las modalidades presenciales y a distancia principalmente asíncronas, para posibilitar la exploración de las ventajas y de las limitaciones en el planteamiento de metodologías:
Modelo presencial tradicional
|
Perfil destinatario | Herramientas y recursos | Rol formador, dinamizador, mentor, etc. |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Modelo no presencial asíncrono |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Teniendo en cuenta estas características, las metodologías en acciones no presenciales se recomienda que sean:
- Activas y prácticas: el destinatario necesita hacer. Por lo tanto, es importante poner las actividades en el centro del proceso, de forma que se posibilite a los destinatarios experimentar y reflexionar con aquello que se les proponga de manera motivadora, es decir, que pueda despertar su interés. Por eso, hará falta también hacer un diseño adecuado de los recursos y materiales.
- Colaborativas e interactivas: la persona conectada (destinataria) está sola, en el sentido que está alejada físicamente y temporalmente del formador-dinamizador u otros compañeros en el proceso. Por eso, para paliar esta distancia, la interactividad, la participación y la colaboración, tanto entre el formador-dinamizador como con otros compañeros y con los mismos recursos que se proporcionen, pueden contribuir a fomentar la implicación y el compromiso de los destinatarios en esta distancia, así como el sentimiento de pertenencia y la construcción social del conocimiento.
- Transversales: que permitan el trabajo de otras competencias transversales para contribuir al desarrollo integral de la persona, como las digitales, las comunicativas, las lectoescritoras, las mediáticas, como la busca y selección de información, etc.
Aun así, es importante que el formador o dinamizador mantenga la presencia de manera regular, de tal forma que el destinatario se sienta acompañado, a pesar de la distancia. Si esto no se hace, se corre el riesgo que el destinatario abandone.
En la ficha «¿Cómo virtualizar actividades?» y en la guía «Dinamización virtual» encontraréis información y orientaciones para hacerlo.